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Bolaños, M. Los fines del Derecho Penal. Una aproximación
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                   En relación al liberalismo político, en el que se exalta la libertad
            individual,  refiere  que  a  dicha  libertad  debe  dársele  una  lectura  tanto
            desde  una  concepción  positiva  como  desde  una  concepción  negativa.
            En relación a esta última, se señala que el sujeto es libre de hacer todo
            cuanto sea capaz y la limitación a esta libertad sólo puede venir por la
            necesidad de proteger intereses de terceros. Por ello en esta perspectiva
            de la libertad se priorizan los derechos de los individuos separando en el
            ámbito de lo jurídico, derecho y moral.

                   La libertad positiva refiere en cambio, a los orígenes del control.
            Si se ha afirmado que en el marco del liberalismo el sujeto es libre, debe
            reconocerse que dicha libertad se revierte en autonomía, incluso en el
            plano legislativo. De manera tal que con base en el raciocinio, el propio
            individuo establecerá formas de control en busca del principio de justicia
            mediante acuerdos donde intervengan todos. De esta forma, el contrato
            social representa la figura de convenio colectivo que recoge las voluntades
            de todos, establece las reglas del juego social en la interacción con los
            demás y se convierte en la fuente de legitimidad del Estado y por ende,
            del control.
                   En este sentido, para establecer criterios de igualdad, se parte del
            hecho que todos los sujetos cuentan con las mismas capacidades y que
            existen para todos iguales circunstancias externas. Dos de las capacidades
            de los sujetos que se resaltan en esta concepción -siguiendo a Rawls- son
            la racionalidad y la razonabilidad. Lo racional: capacidad de orientarse
            racionalmente al bien. Lo razonable: capacidad de reconocer términos
            equitativos de cooperación social.

                   En  el  comunitarismo,  en  cambio,  el  sujeto  moral  está
            completamente  arraigado  y  determinado  por  el  entorno  social  de
            donde extrae su identidad y sus valores, los cuales al serle dados deben
            internalizarse. La comunidad define al sujeto.

                   Ahora  bien,  el  autor  entra  a  valorar  lo  pertinente  al  concepto
            de persona en cada una de estas propuestas políticas. En el marco del
            liberalismo  el  sujeto  es  titular  de  sus  derechos,  legisla  en  función  de
            preservar intereses de terceros, de manera que el Estado está al servicio
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