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Pedofilia: sexo y violencia

              El  pedófilo  consigue  los  niños  en  los  lugares  que  sabe  son  frecuentados
          por éstos, tales como: discotecas; salidas de colegios y parques; salas de juegos
          recreativos;  salas  de  videojuegos  o  a  través  de  Internet;  en  grandes  centros
          comerciales; en centros religiosos; o, hasta en las misma casa, ya que al menos,
          uno de cada tres abusos sexuales a niños se comete dentro del entorno familiar,
          ya sea por parte del mismo padre, padrastro o convivientes de la madre, tíos o
          abuelos y a veces, hasta sus propios hermanos. Circunstancia ésta por la cual el
          niño no desenmascara a su agresor, por cuanto, para él es muy difícil entender que
          alguien que lo quiere pueda dañarlo.

              Conocidas  son  las  denuncias  que  han  tocado  a  miembros  de  Poderes
          Públicos,  profesores,  transportistas  escolares  y  hasta  sacerdotes.  Es  que  es
          imposible identificarlos por su aspecto físico o sus actitudes. Los hay en las más
          diversas actividades.

          Formas de pedofilia

              Esta  desviación  sexual  suele  tener  varias  formas  de  presentación  y  de
          gravedad.  Pero,  aún,  en  la  forma  más  leve  involucra  un  síntoma  grave  en  el
          desarrollo psicosexual de una persona. El pedófilo es un sujeto capaz de ejercer
          abuso sexual en un niño, que por u misma condición es desvalido y tiende a
          despertar ternura antes que erotismo, cuidado más que agresión. Sin embargo,
          éste por su misma alteración en su funcionamiento psíquico arremete contra un
          niño.
              La literatura sobre esta materia indica que los pedófilos se pueden juntar
          en  dos  grupos:  En  el  primer  grupo  está  el  sujeto  que  realiza  el  abuso  sexual
          ocasionalmente por un estado mental regresivo, por una condición represiva latente
          o por profundos grados de angustia, que lo conducen a utilizar esa modalidad
          hipersexualizada para relacionarse con otro, que no es más que una desesperada
          y atormentada atracción hacia un niño. Estos son seres llenos de sentimientos
          de culpa, que tal vez, tienen la sensación de cometer un abuso sin justificación
          alguna y quizás, por esta razón, llegan a pedir ayuda y logran rehabilitarse. Estos
          son los pedófilos que los psiquiatras califican como ocasionales, actúan movidos
          por  actos  mentales  regresivos  depresivos  o  ansiosos.  Dentro  de  este  grupo  de
          pedófilos ocasionales se hallan unos que actúan con mayor frecuencia, son los
          llamados egosintónicos, que creen actuar correctamente, enredan con perversidad




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