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Grisolía O.

          madre. Cuando el niño ha sido abusado, de adulto se identifica con el abusador,
          y por ese mecanismo psicológico denominado formación reactiva, compone un
          escenario semejante, donde él es el que se venga, domina y humilla.

              Mientras  que  cuando  el  pedófilo  ha  carecido  de  padre  lo  que  hace  es
          idealizarlo,  lo  imagina  como  un  ser  superior  y  se  identifica  con  esa  imagen
          sublimada; esta circunstancia lo conduce a someter y abusar de niños indefensos

              La pedofilia alcanza un sector de abusadores sexuales que optan por fijarse
          en niños de corta edad. No obedecen a un perfil psicológico determinado, pueden
          ser muy prácticos en algunos ámbitos, tampoco son de personalidades extremas.
          Son  personas  inmaduras  emocionalmente,  con  poca  capacidad  de  contactarse
          con el otro, centradas en sus necesidades, incluso, tienen una alta posición social.
          En ocasiones son muy hábiles para lograr mantener ocultas sus agresiones.

              Generalmente los pedófilos son hombres débiles, solitarios, llenos de culpas,
          menos agresivos que los violadores, muchos de ellos son alcohólicos o sicóticos,
          de  mente  tarda  o  insocial,  su  edad  oscila  entre  los  treinta  y  cuarenta  años  y
          regularmente son de fuertes convicciones religiosas. Este agresor a más de ser
          un individuo solitario, tiene dificultades para establecer relaciones heterosexuales
          normales. Tiende a no acercarse a los adultos, pues, teme ser castrado por ellos.
          Se identifica con la madre y se relaciona con los niños de la misma manera como
          añora que debería ser su relación con ella.

              Los pedófilos pueden ser de cualquier clase social. Ciertamente que los más
          peligrosos son aquellos en los que el niño confía, ya sea por que es un amigo de
          la familia, un familiar cercano, una persona que se ha criado con él, o aquellos
          a  quienes  el  niño  idealiza  por  las  funciones  que  realiza:  sacerdotes,  maestros,
          profesores,  bomberos,  policías.  La  perversión  de  estas  personas  deja  huellas
          indelebles en el fondo de la vida de estos niños, ya sea como culpa o angustia.

              Tal  vez,  los  menos  peligrosos,  desde  el  punto  de  vista  psicológico,  son
          los  marginales,  los  llamados  exhibicionistas  de  la  calle,  que  actúan  veloz  y
          compulsivamente, son frecuentemente castigados para alivio del niño.

              Es necesario aclarar que el pedófilo no es ningún deficiente mental exento
          de responsabilidades, ni un delincuente al margen de las leyes de la vida social y
          familiar, puede ser un buen padre de familia, un excelente profesional, y hasta,




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