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Sandoval Miranda, C. El Mercado de la Tierra Rural: el escenario
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            urbanas vía la apropiación de la tierra rural. En los 70, la geografía de los
            países mostraba grandes concentraciones poblacionales.
                   Los movimientos migratorios desde el campo se apropiaban del
            suelo, cercano a la mancha urbana o en ella por medio de invasiones y
            colocaban a esas superficies en irregularidad jurídica. Como ocupantes,
            los  inmigrantes  demandaban  su  derecho  a  la  tierra,  certeza  jurídica  y
            acceso a los servicios públicos.

                   La ocupación irregular produce que las superficies se encuentren
            fuera de la Ley y del mercado aunque luego se regularice y se dé un pago
            indemnizatorio. Este proceso de transformación de tierra rural a urbana se
            dio en un escenario de excepción. En el cual los propietarios no obtienen
            un precio por su superficie regulado por la lógica del mercado sino un
            precio compensatorio.
                   Los  gobiernos  en  América  Latina  preocupados  por  esta
            transformación establecieron diversos programas: reservas territoriales,
            regularización de la tierra, programas de vivienda y de colonias populares,
            y modificaron las normas. Sin embargo, el objetivo de todos ellos era
            resolver  una  situación  de  hecho  con  la  pretensión  de  la  reordenación
            urbana; aún con las excepciones no existió programas que previnieran
            la  ocupación  de  tierras  rurales  dentro  de  un  plan  de  crecimiento  y
            desarrollo ordenado de las ciudades y menos aún un desarrollo territorial
            sustentable.
                   En este contexto aparecieron ciertos movimientos sociales que
            tienen  diferentes  denominaciones  en  América  Latina,  «sin  techo»,
            «urbanos»,  «populares»,  etc.  Varios  de  ellos  nacieron  y  crecieron
            creando  colonias  en  donde  se  daba  una  secuencia  de  demandas:
            regularización, acceso y servicios. Curiosamente al interior de algunas
            de estas comunidades los líderes o los propios invasores «vendían sus
            derechos»,  a  un  precio  que  variaba  dependiendo  de  dos  variables:  la
            lejanía o cercanía de la ciudad y la expectativa del tiempo de espera para
            la regularización. Pero, ese pago no era por la tierra, sino por la ocupación
            de  ella  y  por  la  esperanza  de  que  un  día  fuera  una  propiedad.  Por  lo
            tanto, el pago era fijado de manera arbitraría y subjetiva, sin ningún valor
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