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Sandoval Miranda, C. El Mercado de la Tierra Rural: el escenario
74 de expepción y el de mercado/ pp. 69-92
urbanas vía la apropiación de la tierra rural. En los 70, la geografía de los
países mostraba grandes concentraciones poblacionales.
Los movimientos migratorios desde el campo se apropiaban del
suelo, cercano a la mancha urbana o en ella por medio de invasiones y
colocaban a esas superficies en irregularidad jurídica. Como ocupantes,
los inmigrantes demandaban su derecho a la tierra, certeza jurídica y
acceso a los servicios públicos.
La ocupación irregular produce que las superficies se encuentren
fuera de la Ley y del mercado aunque luego se regularice y se dé un pago
indemnizatorio. Este proceso de transformación de tierra rural a urbana se
dio en un escenario de excepción. En el cual los propietarios no obtienen
un precio por su superficie regulado por la lógica del mercado sino un
precio compensatorio.
Los gobiernos en América Latina preocupados por esta
transformación establecieron diversos programas: reservas territoriales,
regularización de la tierra, programas de vivienda y de colonias populares,
y modificaron las normas. Sin embargo, el objetivo de todos ellos era
resolver una situación de hecho con la pretensión de la reordenación
urbana; aún con las excepciones no existió programas que previnieran
la ocupación de tierras rurales dentro de un plan de crecimiento y
desarrollo ordenado de las ciudades y menos aún un desarrollo territorial
sustentable.
En este contexto aparecieron ciertos movimientos sociales que
tienen diferentes denominaciones en América Latina, «sin techo»,
«urbanos», «populares», etc. Varios de ellos nacieron y crecieron
creando colonias en donde se daba una secuencia de demandas:
regularización, acceso y servicios. Curiosamente al interior de algunas
de estas comunidades los líderes o los propios invasores «vendían sus
derechos», a un precio que variaba dependiendo de dos variables: la
lejanía o cercanía de la ciudad y la expectativa del tiempo de espera para
la regularización. Pero, ese pago no era por la tierra, sino por la ocupación
de ella y por la esperanza de que un día fuera una propiedad. Por lo
tanto, el pago era fijado de manera arbitraría y subjetiva, sin ningún valor