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ANUARIO DE DERECHO. Año 26, N° 26. Enero-diciembre 2009. Mérida-Venezuela.   161
            ISSN:0076-6550.


                   En este sentido, puede entenderse el proceso de globalización
            como uno de los tantos procesos complejos por los que ha atravesado
            la humanidad a lo largo de su historia, y de los cuales podemos señalar
            al hombre como su creador. Sin embargo, dicho proceso reclama el
            compromiso  de  asumir  una  postura,  exige  que  nos  confrontemos
            nosotros  mismos  preguntándonos  ¿Qué  queremos  “ser”  dentro  del
            proceso  de  globalización?,    ¿Qué  queremos  hacer  en  él?  y  ¿Hasta
            dónde  podemos  influir  en  el  rescate  de  la  condición  humana  del
            hombre en el arco iris de posibilidades y fenómenos que en él se nos
            presentan? La primera de estas preguntas atiende más al aspecto ético
            del hombre y la segunda y la tercera obedecen más a la actitud que
            debemos asumir, la cual deberíamos concebir a partir del perfil ético
            que se defina en la primera, todo ello en el entendido de que « … la
            globalización está reestructurando nuestros modos de vivir de forma
            muy profunda, ella no es accesoria en nuestras vidas, es la manera en
            que vivimos ahora» (Giddens, 2000, pp. 15, 31).  Lo que se plantea
            entonces  es  aprehender  la  realidad  que  en  este  momento  histórico
            se presenta como una gran cadena de fenómenos que se determinan
            mutuamente y que se producen en un escenario sui-generis que es la
            “aldea global”, una vez aprehendida y en función del devenir que la
            caracteriza, poner a prueba nuestra capacidad de darle a tal realidad
            sentidos  y  significados  propios  en  los  que  consideremos  nuestra
            condición humana.
                   Se trata entre otras cosas de adquirir conciencia de nuestra
            condición  humana  como  el  espacio  que  se  distancia  del  estado
            estrictamente natural y al mismo tiempo de la condición puramente
            divina. La cuestión sobre el sentido y significado de las cosas no tiene
            otro fundamento que nuestra propia existencia y nuestra actuación
            en la vida, pues éste es justamente el problema central de la ética en la
            actualidad y una de las razones por las cuales la ética se nos presenta
            hoy en día como un problema radical, pues sus puntos de atención
            son siempre cuestiones centrales.

                   El cuestionamiento sobre lo que queremos ser en este proceso
            de globalización nos llevará a vernos bien como protagonistas o bien
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