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Rondón J.

          comenzado cinco años antes, en septiembre de 1959. Entonces, con mezcla de
          temor e ilusiones, me había acercado a la Dirección de la  Escuela de Derecho
          para solicitar inscripción en la vieja Casa de Educación de Ramos de Lora. Tal
          como miles lo habían hecho antes, desde que se presentaran a ella el día 2 del
          mismo  mes  de  1795  el  merideño  Buenaventura  Arias  y  el  trujillano  Cristóbal
          Hurtado de Mendoza Me recibió un joven alto y delgado, Jorge Francisco Rad.
          El y otro recién graduado, José Mendoza Angulo, comenzarían con nosotros sus
          largas y fructíferas carreras académicas. Recordaba aún la primera clase de Luis
          Negrón Dubuc, hombre inteligente de porte distinguido. De capa y sotana negras,
          sentenciaba  como  para  la  eternidad:  “Las  normas  jurídicas  son  bilaterales  y
          heterónomas. El derecho es coercitivo”. Luego vendrían las de Luis Elbano Zerpa,
          Ramón Augusto Obando y Reinaldo Chalbaud Zerpa.

              Al tiempo que nombraban uno a uno a los graduandos (... José Cañizález
          Uzcátegui,  Francisco  Cignarella,  Alberto  Colmenares,  Cesar  Dubén,  Mario
          González Pacheco...), desfilaban por mi mente  muchos de los hechos ocurridos en
          aquellos cinco años, tan singulares  en la vida  venezolana del siglo veinte.  Los años
          60 y 61: compartíamos las clases de Carlos Febres Pobeda, Luciano Noguera Mora,
          José Juan Ribas Belandria y Germán Briceño Ferrigni con el aprendizaje político.

              Se  mezclaban  en  las  conversaciones  Ulpìano  y  Justiniano,  Kant,  Hegel  y
          Kelsen, Unamuno, Machado y Hesse, Maritain y Mounier, las Encíclicas de León
          XIII y Juan XXIII y los textos de Marx y Engels. Salíamos de las aulas para visitar
          los barrios pobres o recorrer los caminos aún polvorientos de la región. Eran días
          de siembra de ideas. Ya pasaban otros (...Eudoro González, Virginia Granados de
          Pizzino, Rafael Pérez Castillo, Alfonso Prato Hevia, Gustavo Ramírez Corredor...).
          Y aparecían los maestros: Jesús Leopoldo Sánchez, Ramón Mazzino Valeri, Héctor
          Febres Cordero, Ramón Vicente Casanova, Luis Calderón Pino y  el más joven
          Lubín Maldonado.
              Cuando  llegamos  al  cuarto  año  en  el  país  se  libraba  dura  batalla  para
          establecer la democracia. Participábamos en ella con pasión. Estudiábamos las
          condiciones  económicas  y  sociales  en  cursos  organizados  por  el  Padre  jesuita
          Manuel Aguirre.  Nos batíamos en las calles. Y uno del grupo hasta intervino
          en  alguna  insurrección  militar.  No  obstante,  teníamos  tiempo  para  escuchar,
          con aprovechamiento, las ricas  lecciones de  aquellos profesores que tuvimos la
          fortuna  de conocer.




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