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LA LECCIÓN APRENDIDA: LA VIGENCIA DEL DERECHO*
Rondón Nucete Jesús**
invjur@ula.ve
Avanzaba hacia el estrado donde se encontraban las altas autoridades
universitarias y los decanos de las distintas Facultades. Me sentía acompañado
por el espíritu de mi padre y seguido por los ojos de mi madre y mis hermanos,
confundidos entre los muchos de una multitud entusiasta, orgullosa de los jóvenes
que recibían sus títulos. A ambos lados, de pie, me flanqueaban los profesores
ataviados con sus togas de variados colores. Era el día de mi onomástico, por
ser el de San Alfonso, también Santo Patrono de los Abogados. Un instante
después, escuché la voz del Rector Magnífico, Pedro Rincón Gutiérrez, que me
hacía abogado. Me entregó el pergamino correspondiente y después aquel en que
constaba el otorgamiento que se me hacía de la distinción “summa cum laude”.
Lo supongo a él presente en este acto, como lo está en todos los espacios de la
Universidad. No es de extrañar que –de pronto!– lo encontremos en cualquiera
de los pasillos o laboratorios, en alguna sesión académica o asamblea estudiantil,
al frente del claustro o de una manifestación callejera, como estoy seguro cree es
todavía su deber.
A medida que la ceremonia se repetía para cada uno de los 59 graduandos
en la majestuosa Aula Magna, que construyó Manuel Mújica Millán por órdenes
del Rector Joaquín Mármol Luzardo, recordaba que aquella historia había
* Discurso de Orden pronunciado en el Acto Académico celebrado el 16 de julio de 2004 en el
Paraninfo de la Universidad de los Andes, con motivo de cumplirse el XL Aniversario de la
Promoción de Abogados Pedro Pineda León, del 1 de agosto de 1964
** Profesor de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad de Los Andes,
Mérida, Venezuela.
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