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Rivero Y.

          administración tratando de poner fin, de esta manera con el tutelaje ejercido por
          años desde Caracas como centro de los poderes nacionales y, por otra parte que no
          era posible que no era correcto que en la designación de los empleos académicos y
          administrativo privará el criterio político, todo esto lo sostenía el Rector Heroico
          y aunque no tuvo entonces ningún éxito, sembró la semilla de la autonomía que
          vino a materializarse años más tarde.

              Los cambios políticos, suscitados desde las primeras décadas del siglo XX,
          afectaron marcadamente la actividad universitaria y por ende la actividad de la
          Universidad de Los Andes quien lucía un edificio en ruinas, a pesar de constar de
          4 claustros, poseía una biblioteca sin el mobiliario adecuado, etc.

              Eloi Chalbaud  manifiesta que Caracciolo Parra durante su Rectorado (1887-
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          1900) realizó importantes mejoras al edificio sede de la Universidad, así tenemos
          que la portada que estaba situada en una calle transversal, se mudó a la calle de
          la Independencia y se construyó una vistosa fachada con sus columnas, el zaguán
          con sus gradas y dos barandas de hierro. En el mismo zaguán se abrió una puerta
          para la biblioteca, el zaguán termina en un arco de mampostería que da acceso a
          los corredores. Se reedificaron las piezas destinadas para aulas donde se impartían
          las clases de anatomía y filosofía colocándose dos ventanas de hierro en cada una
          de ellas respectivamente. A la pieza destinada al Rector se le colocó cielo raso y se
          adorno con una lámpara. La Universidad ulandina funcionaba para 1904 con 29
          profesores, 95 estudiantes y había conferido nueve grados de doctor en Ciencias
          Políticas y cuatro en Ciencias Médicas. En 1905 la Institución funcionaba con
          las facultades de Ciencias Políticas, Ciencias Eclesiásticas y Filosofía y en 1908 el
          número de los alumnos no llegaba a sesenta, y teniendo en cuenta que la Facultad
          de Ciencias Eclesiásticas no tenía ninguna cátedra en actividad. Afortunadamente,
          las cátedras de Derecho siguieron activas, pues la facultad de Ciencias Políticas
          siguió funcionando.
              Fueron innumerables los valores humanos que desfilaron por dicha casa
          de  estudios  durante  aquel  siglo.  Entre  ellos  figuran  Ramón  Ignacio  Méndez,
          Ignacio Fernández Peña y Felipe Rincón González, futuros arzobispos de Caracas;
          Mariano de Talavera y Garcés, Antonio Maria Durán y Miguel Antonio Mejías,
          futuros obispos de Guayana; Buenaventura Arias y Tomás Zerpa, futuros obispos
          de Mérida, entre otros.





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