Page 205 - Anuario25
P. 205
La Universidad de Los Andes en las raíces merideñas
reorganizaba las Universidades de Caracas y Mérida, pero mayores cambios en su
régimen.
El 23 de septiembre de 1883 en la historia de la Universidad de
Los Andes
Los años siguientes fueron de inestabilidad política para el país, la Guerra
Federal se extendió largos años hasta que triunfó la Revolución de Abril y alcanzó el
poder Antonio Guzmán Blanco, (1870-1876) periodo de triste remembranza para
la Universidad de Mérida, pues todas su leyes y decretos afectaron a la institución
andina y favorecieron a la Universidad de Caracas, resultando, sin duda alguna,
aquel que dispuso, la creación de los colegios nacionales y el del 21 de septiembre
de 1872 que ordenó la extinción de los Seminarios Clericales, origen y matriz,
en el caso merideño de la Universidad. Esta disposición gubernamental produjo
hondo malestar en Mérida pues como la Universidad funcionaba en el edificio
del Seminario desde los tiempos coloniales, prácticamente quedó sin sede, sin
un lugar fijo para impartir la enseñanza. Como consecuencia de esta medida la
Universidad se vio precisada a mudarse a una casa alquilada hasta que, en tiempos
del general Francisco Linares Alcántara (1887-1879), se refugio el Colegio
Nacional en la Universidad. Sin embargo, es menester mencionar que dentro
de este contexto histórico de nuestra máxima Casa de Estudios, y por decreto
del 23 de septiembre del 1883, el General Guzmán Blanco cambia el nombre a
la Universidad de Mérida por Universidad de Los Andes nombre que conserva
desde entonces, salvo un breve período entre 1904 y 1905 en que se le designó con
el de Universidad Occidental.
La Universidad de Los Andes contó con la tenaz figura emprendedora y
civilista del Dr. Caracciolo Parra y Olmedo (Rector Heroico), quien la gobernó
en dos oportunidades (1863-187 Y 1887-1900). A Parra y Olmedo se debe el
renacer de la Institución en una época de intrigas, de estrecheces económicas
y mezquindades políticas. Su gestión se centró en la refacción del edificio
universitario y el nombramiento del historiador, periodista y novelista Tulio
Febres Cordero para el cargo de Cronista de la Universidad en 1892. La lección
académica más noble fue el empeño de lograr la autonomía universitaria en
una época en que se corrían grandes compromisos y peligros al criticar el poder
absoluto de los caudillos. No obstante, Parra y Olmedo dijo abiertamente que la
Universidad necesitaba una completa independencia para su mejor gobierno y
Anuario de Derecho 223