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La Universidad de Los Andes en las raíces merideñas

          reorganizaba las Universidades de Caracas y Mérida, pero mayores cambios en su
          régimen.

          El 23 de septiembre de 1883 en la historia de la Universidad de
          Los Andes
              Los años siguientes fueron de inestabilidad política para el país, la Guerra
          Federal se extendió largos años hasta que triunfó la Revolución de Abril y alcanzó el
          poder Antonio Guzmán Blanco, (1870-1876) periodo de triste remembranza para
          la Universidad de Mérida, pues todas su leyes y decretos afectaron a la institución
          andina y favorecieron a la Universidad de Caracas, resultando, sin duda alguna,
          aquel que dispuso, la creación de los colegios nacionales y el del 21 de septiembre
          de 1872 que ordenó la extinción de los Seminarios Clericales, origen y matriz,
          en el caso merideño de la Universidad. Esta disposición gubernamental produjo
          hondo malestar en Mérida pues como la Universidad funcionaba en el edificio
          del Seminario desde los tiempos coloniales, prácticamente quedó sin sede, sin
          un lugar fijo para impartir la enseñanza. Como consecuencia de esta medida la
          Universidad se vio precisada a mudarse a una casa alquilada hasta que, en tiempos
          del  general  Francisco  Linares  Alcántara  (1887-1879),  se  refugio  el  Colegio
          Nacional  en  la  Universidad.  Sin  embargo,  es  menester  mencionar  que  dentro
          de este contexto histórico de nuestra máxima Casa de Estudios, y por decreto
          del 23 de septiembre del 1883, el General Guzmán Blanco cambia el nombre a
          la Universidad de Mérida por Universidad de Los Andes nombre que conserva
          desde entonces, salvo un breve período entre 1904 y 1905 en que se le designó con
          el de Universidad Occidental.

              La Universidad de Los Andes contó con la tenaz figura emprendedora y
          civilista del Dr. Caracciolo Parra y Olmedo (Rector Heroico), quien la gobernó
          en  dos  oportunidades  (1863-187  Y  1887-1900).  A  Parra  y  Olmedo  se  debe  el
          renacer de la Institución en una época de intrigas, de estrecheces económicas
          y  mezquindades  políticas.  Su  gestión  se  centró  en  la  refacción  del  edificio
          universitario  y  el  nombramiento  del  historiador,  periodista  y  novelista  Tulio
          Febres Cordero para el cargo de Cronista de la Universidad en 1892. La lección
          académica  más  noble  fue  el  empeño  de  lograr  la  autonomía  universitaria  en
          una época en que se corrían grandes compromisos y peligros al criticar el poder
          absoluto de los caudillos. No obstante, Parra y Olmedo dijo abiertamente que la
          Universidad necesitaba una completa independencia para su mejor gobierno y



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