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ANUARIO DE DERECHO. Año 28, N° 28. Enero-diciembre 2011. Mérida-Venezuela.
            ISSN:0076-6550.                                              117


            acción social y prevención de conflicto. Asimismo, procura distribuir los
            contenidos de sus investigaciones a través de distintos mecanismos y for-
            matos de divulgación como reportes, informes cortos, apariciones en me-
            dios de comunicación, revistas propias, sitio web, conferencias públicas y
            programas para visitantes especiales en áreas de interés. Este think tank
            posee, igualmente, una relevante trayectoria de presentaciones públicas
            como el ciclo de conferencias internacionales en «Doha 2008», eventos
            auspiciados por las Naciones Unidas y otros permanentes eventos nacio-
            nales, aunque sus encuentros con agentes gubernamentales propiamente
            dicho y convalecencias ante el parlamento canadiense sean muy escasos.

            Conclusión

                   En efecto,  al aproximarse a estas organizaciones se encuentra
            que, a pesar su permanente esfuerzo por mantenerse a flote en el fluc-
            tuante mercado de ideas políticas, no es fácil sostener una organización
            desde el sólo intercambio espontáneo de ideas políticas. Si bien es cierto
            que para lograr visibilidad las organizaciones de esta naturaleza requieren
            de una inversión anual considerable en la que se justifiquen los 2 o 5 mil-
            lones de dólares de presupuesto, y de los cuales sólo un 40-60% de estas
            cifras puede ser cubierto por la dinámica comercial del intercambio in-
            telectual no-académico de sus productos, los think tanks seguirán siendo
            dependientes de sus relaciones institucionales y públicas para mantener
            el financiamiento externo a través de la visibilidad política construida y
            cultivada a través del tiempo.  Aun cuando  pueda haber un think tank
            como el Conference Board of Canada (Ottawa), con una inversión anual de
            alrededor de 30 millones de dólares; o el Instituto Fraser y Canadian Insti-
            tute for Advance Research de un presupuesto cada uno que gira alrededor
            de los 10 millones de dólares y con un personal que puede superar los 200
            individuos, quizás ello haga pensar en que efectivamente es posible com-
            petir dentro del policy analysis community logrando importantes espacios
            dentro del mercado de ideas políticas. Sin embargo, y como advierte el
            mismo D. Abelson, no necesariamente mayor presupuesto, mayor per-
            sonal o mayor número de publicaciones e intervenciones públicas se tra-
            duce en más visibilidad y atención institucional. La «influencia política»
            por medio de la articulación y promoción de ideas políticas como el fac-
            tor de poder cultivado por los think tanks está lejos de ser medido o calcu-
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