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Urdaneta, E. La Valoración de la Experticia Psiquiátrica en los Procedimientos
130 de Interdicción Civil/ pp. 123-157
En Grecia aparecen por primera vez los trabajos médicos,
literarios y filosóficos acerca de las enfermedades mentales. Para Morales
«Dos escuelas filosóficas principales, aquella de Platón y la de Hipócrates,
se oponen hasta nuestros días en lo que concierne a la naturaleza para
abordar el problema de los desórdenes mentales» (2000, p. 19). Según
este autor, la tradición platónica es aquella que acoge el punto de vista
de las entidades de las enfermedades sobre los desórdenes mentales,
mientras que la concepción hipocrática insiste sobre la historia natural de
pacientes individuales.
Es de gran importancia el estudio de las enfermedades mentales
en Roma, porque jurídicamente, surgen novedosas concepciones y se le
atribuye trato legal al enfermo mental. Así, Freedman y otros, establecen
que «en la ley civil primitiva, la pérdida de capacidades fue descrita por
los romanos como non compos mentis. El desarrollo de este concepto
fue asociado a una creciente preocupación social por la protección de
los derechos de algunas personas mermadas en su capacidad» (1982, p.
2679).
En la Edad Media, época de oscurantismo, para la ciencia, no
hubo un gran desarrollo en el estudio y tratamiento de las enfermedades
mentales, puesto que, inicialmente el hombre medieval concebía el
mundo únicamente en términos de Dios. Los fenómenos anormales eran
aceptados como una parte intrínseca de la arquitectura del mundo. La
creencia general era que los pacientes mentales se curaban por fuerzas
sobrenaturales. Mientras esto sucedía en el hemisferio occidental, en
los países orientales se tenía una concepción distinta de los enfermos
mentales y se les trataba de una manera más humana, de hecho, fundaron
algunos asilos para el resguardo de estos enfermos.
Posteriormente, al decaer las creencias religiosas y el feudalismo,
en el Renacimiento, surge el ritual de la brujería, la cual, representaba
una transmutación deliberada y una parodia del mundo cristiano, a los
enfermos mentales, especialmente aquellos que padecían delirios o
alucinaciones, se les tenía como poseídos por el demonio.
Ahora bien, el primer psiquiatra aparece en el siglo XVI: Johann
Weyer quien en su obra De Praestigiis Daemonum, publicado en